viernes, 21 de septiembre de 2007

Ética con sentido


Enlazados en el espíritu humano desde que el hombre es un ser consciente, están los conceptos de bien y mal. El hombre percive, categoriza y relaciona, lo que a su vez se enriquece con una amplia gama de emociones y sentimientos. Todo esto cristaliza en deseos y anhelos: deseo de sobrevivir, de alimentarse, de amar y ser amado, y de vivir en sociedad.

Desde su mas tierna infancia, el hombre ve frustrados muchos de sus deseos. El mundo nunca es como él quisiera que fuera: no, al menos, en términos ideales. Por eso el ser humano nace llorando, y repite el llanto como experiencia natural a lo largo de toda su vida.

El ser humano anhela vivir, pero la muerte se presenta como escollo insalvable. Anhela sentirse bien, pero sus deseos se frustran por la falta de salud y la hostilidad de la naturaleza que lo circunda. Anhela amar, pero su deseo se ve limitado por la guerra con sus semejantes, con el otro que es igualmente ávido en la búsqueda del propio interés. Cae en cuenta pues, el ser humano, de que no todo es bueno para él, no todo es deseable. Y lo que es peor: nota que la muerte amenaza a la vida con el sin sentido. Todo esto pone al hombre frente a frente con la realidad del mal, con el lado oscuro, poco deseable de la vida.

El bien y el mal se presentan entonces a la experiencia humana como dos caras de la misma moneda. Un mismo acto puede ser malo en un contexto, y bueno en otro, dependiendo de sus concecuencias. Pero tal ambiguedad es inaceptable para vivir en comunidad. Por eso, desde la antiguedad mas remota, las sociedades dictan reglas que buscan establecer las conductas deseables, y desinsentivar las malas. Todo propende a la búsqueda de satisfacción de los anhelos espirituales del hombre.

Por eso, los primeros sistemas legales estaban fuertemente ligados a la religión. Aún hoy, el Cristianismo busca llevar la moral a lo mas profundo del pensamiento y el sentir, traspasando los límites de una ética de la conducta observable. Busca juzgar y reglamentar el motivo y el sentir que hay tras una acción, antes de que la acción misma sea llevada al efecto. Esto es claramente notorio en el sermón del monte.

Es por esto que el cristianismo presenta una solución ética radical al problema de la vida y la convivencia humana. La palabra expresada por Jesús de Nazaret busca cambiar al individuo en sus pulsiones mas internas, con la mira de insertarlo en una nueva humanidad, que puede perfectamente comportar un pacto social renovado, basado en el amor. Pretende así, cambiar a la sociedad en base a cambiar al individuo, y al individuo en base a una nueva y sincera experiencia interior, que tiene como sustento la fe, y como guía, el amor.

El cristianismo propone entonces solución al problema del sin sentido, al afirmar la continuidad de la vida después del cese de las funciones biológicas y la dependencia de Dios. Y al problema de la convivencia, mediante la ley del amor. En nuestros tiempos de conflicto social e individualismo, nos vendría bien tomar en cuenta una propuesta como esta.

4 comentarios:

Mary dijo...

Una sola objeción; estoy segura que el cristianismo, más bien la fe en Dios, en Cristo, no es un camino, sino el único, el verdadero, por ser el más completo, preciso, el único que se ajusta perfecto a las necesidades del ser humano, porque proviene de su Creador.
Realmente creo que sin Dios el hombre está incompleto y que todas las otras formas de completarse son parches.
Creo que eso es lo radical (y lo molesto a la vez para muchos) del cristianismo. Y es a la vez lo que me da seguridad...otra necesidad satisfecha.

hapuc dijo...

amén!!!

Omar Audicio dijo...

mmmm.......

F.A.S.C dijo...

�Por qu� raz�n pensaron en llamar herejiaspostmodernistas a este blog?

Saludos.